“Ir al psicólogo es cosa de locos”.
La psicología no está indicada exclusivamente para una
persona que padezca de una enfermedad mental, sino para cualquier persona que
se encuentre atravesando un momento difícil y necesite un apoyo, que no le
puede proporcionar ni sus amigos ni su familia. También, y sobre todo en
determinados países como Argentina y Estados Unidos, cada vez hay más personas
que van al psicólogo como un medio para el crecimiento personal.
“Ir al psicólogo es cosa de
débiles”.
Reconocer que tengo una dificultad, no es un acto de
debilidad, sino de honestidad. Si no reconozco mis limitaciones jamás podré
pedir ayuda. Es necesario saber reconocer cuándo hemos hecho lo posible por
salir adelante, y aun así, a veces no ser suficiente. Esto no es un fracaso,
sino la posibilidad de superar los obstáculos que me están impidiendo avanzar.
“Un psicólogo es lo mismo que un psiquiatra”.
Los psiquiatras medican, se basan en una perspectiva más
biológica. Los psicólogos no medicamos. En ciertos casos es necesario
complementar la terapia con un apoyo farmacológico.
“Si voy al psicólogo tendré que ir
siempre”.
El ir a un psicólogo no implica dependencia. Tiene un
principio y un fin. La duración de la terapia dependerá del problema que le ha
llevado al paciente, y termina cuando el paciente se encuentra con las
herramientas suficientes para poder continuar por sí mismo. Hay terapias que
duran unos meses, otras duran años. Lo importante no es la duración sino que
para el paciente le sea útil. Lo ideal es que psicólogo y paciente acuerden el
término de la terapia y se haga una revisión del proceso y los cambios
efectuados.
“Los psicólogos pueden leer la
mente”:
No estaría mal, pero entonces nos habríamos dedicado a la
videncia. Necesitamos que la persona nos de la información necesaria para poder
saber qué es lo que le ocurre y la mejor manera de abordarlo.
“Los amigos y la familia
sustituyen a un buen psicólogo”:
Sin duda, son una gran fuente de apoyo, pero muchas veces, y
a pesar de su buena intención, no tienen la formación adecuada para poder
abordar lo que a la persona le está ocurriendo. En la consulta, el paciente es
capaz de ir abriéndose y expresando emociones, pensamientos, fantasía… que
jamás le contaría a personas cercanas.
“Al contarle mis problemas al
psicólogo estos se irán”:
Es cierto que poder hablar de los problemas genera cierto
alivio. Pero no se irán solos. Sólo realizando determinadas modificaciones se
podrán ir solucionando.
“No creo en los psicólogos”:
No es una cuestión de creer o no creer. Los psicólogos
tratamos de acompañar a la persona y poder ofrecerle diferentes recursos,
técnicas… en las que nos hemos formado para poder ir solucionando aquellos
problemas que le traen a consulta. La confianza es algo que se dará con el
tiempo, en la medida en la que haya una buena comunicación entre los dos. Probablemente
hayas tenido alguna mala experiencia, o alguien que conozcas, pero eso no
quiere decir que la psicología no sirva.
“Los psicólogos no deberían
cobrar, porque es una profesión de ayuda”:
Los
psicólogos, como personas que somos, también tenemos determinados gastos que
cubrir: comida, luz, alquiler del despacho, gastos de las casa… que, como en
cualquier otra profesión, tenemos que cubrir con nuestro trabajo. A nadie se le
ocurriría preguntarle a un médico que porqué cobra, y también está ayudando a
las personas.