A menudo se confunden sentimientos tan diferentes como son
la furia y la tristeza. Puede parecer sorprenderte, ya que no se parecen en
nada, pero tras esto hay motivos importantes para aquellas personas a las que
le sucede, motivos que muchas veces son inconscientes.
¿Por qué una persona que se siente enfadada puede aparentar
tristeza, o incluso, llegar a sentirse profundamente triste?
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En nuestra sociedad está mucho más aceptada la
tristeza que el enfado.
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Si me siento triste, automáticamente se genera
en el otro una respuesta de “cuidado” hacia nosotros mismos, de que no nos
hagan daño…. Mientras que si muestro el enfado, suele crear en el otro una
postura defensiva. Es como si hubiéramos identificado la tristeza con una
postura de “víctima” y el enfado con una de “agresor”. La tristeza suele
generar compasión, el enfado suele generar rechazo, distancia…. En un intento
de protección.
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Miedo a perder a la otra persona si muestro mi
enfado.
Sin embargo, como todo, esto también tiene sus costes:
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Muchas depresiones se producen por la
incapacidad de la persona de enfadarse con otras personas, con sucesos…. Y lo
que hace es volver ese enfado hacia sí mismo, quitándose la ganas de hacer
cosas, de estar con otras personas, de comer, y
a veces hasta de vivir.
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Nos pone en una postura de alguien “incapaz”,
que no es capaz de cuidarse y protegerse a sí mismo, buscando que sean otros
los que nos protejan.
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Nos quita la posibilidad de hablar desde una
posición más madura de los problemas que puedan surgir con otras personas.
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Nos quita energía y fuerza para superar
obstáculos y defender nuestro propio espacio, y de marcar límites a otras personas.
También, por el contrario, aunque es menos común, hay
personas que ante la tristeza lo que muestran es enfado, para no sentirse
expuestos ni vulnerables, pero esto les resta la oportunidad de acercamiento de
otras personas para acompañarlas en ese sentimiento de dolor.
No hay nada de malo en sentirse triste, ni enfadado, pero es
recomendable no confundir ambos sentimientos para que podamos atravesarlos y
recuperar las ganas y la energía que gastamos intentando que no
se vea el sentimiento que realmente está escondido en nuestro interior. Hay que
atreverse a ser uno mismo, y a aceptar que lo que estoy sintiendo, sea lo que
sea, es algo válido y tengo derecho a sentirlo.
Os dejo un enlace a un cuento muy bello de Jorge Bucay que refleja esta confusión de sentimientos:
http://www.youtube.com/watch?v=7e2zEuS-jn4
Contacto: almudenadepablopsicoterapia@gmail.com
646333640
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