miércoles, 11 de diciembre de 2013

La Navidad: ¿ansiada o temida?

Se acerca la Navidad, una época deseada por algunos y sin embargo,  motivo de gran angustia, ansiedad y estrés para otros.
A menudo muchos de mis pacientes cuando les pregunto qué necesitarían para estar mejor en estas fechas me responden: cerrar los ojos y volver a abrirlos el 8 de Enero. Pero detrás de esta “aparente” solución se encuentran detrás los motivos reales por los que preferirían no escuchar hablar de estas fechas, y los más frecuentes suelen ser:

-         
Tristeza por pérdida de seres queridos. Al ser unas fechas en las que la mayoría de la gente se reúne con su familia, se hace patente y se recuerda a esos familiares que ya no están.


-          Problemas familiares no resueltos: El juntarse en familia no quiere decir necesariamente que haya buenas relaciones, en muchas ocasiones se reúnen más por costumbre o por miedo al qué dirán, que por ganas reales de estar juntos (al menos, con algún miembro en concreto de la familia con quien hay asuntos pendientes).

-          Pérdida de la ilusión y la alegría: cuando uno es pequeño, suele esperar con mucha ilusión estas fechas, llenas de luces, de colores y de sorpresas... Sin embargo, muchas personas, con el paso de los años van perdiendo el contacto con ese niño interior que tenían, que disfrutaba sólo con poner el árbol de Navidad o con la magia de las Cabalgatas de Reyes. Se centran únicamente en los problemas que tienen y dejan de lado el juego y la sorpresa.
-          Desde la publicidad  se muestra un ideal en el que en la Navidad que “deberían ser fechas de reunirse en familia, donde todo el mundo está feliz y sonriente, y donde parece que todas las cosas van bien.”


Para poder manejar mejor la angustia y el estrés, os recomiendo lo siguiente:

-          Aceptar las pérdidas y recordar que tienes derecho a disfrutar: Las pérdidas duelen, hay seres queridos que se han ido, pero eso no implica que tú también dejes de vivir en un sentido más amplio de la palabra. Si piensas en esa persona, ¿qué crees que te diría? La mayoría de las personas ante esta cuestión responden que les dirían que sigan adelante y que aprovechen las oportunidades de ser felices.  Recuerda los buenos momentos con esa persona,  pero también recuerda que hay muchos buenos momentos pendientes de vivirse con otras personas. 
-        
  No necesariamente hay que juntarse en familia por estas fechas.  Hay muchas personas que por circunstancias personales lo hacen con amigos, o que prefieren irse de viaje.


-          Si vas a estar con tu familia, trata de resolver los asuntos pendientes con esa persona  con la que tienes el problema. Y si ya lo has intentado y no encuentras solución,  no centres tu atención en ella sino en el resto de personas que estarán allí y a las cuales sí te apetece ver y conversar.

-          Recuerda que lo que se muestra en publicidad no es más que eso, publicidad y un ideal. Si estás pasando por un mal momento es normal que te encuentres triste o angustiado, y si ahora mismo pensar en juntarte con toda la familia te va a generar mucho más estrés que satisfacción, también tienes derecho a decidir por ti mismo si quieres ir o no, incluso si la alternativa es quedarse en casa, viendo la televisión con un chocolate caliente. Recuerda que nada es bueno ni malo en sí mismo, sino que depende de cada uno y de las circunstancias personales.


Espero que os sirvan estas recomendaciones para que paséis unas Fiestas de un modo más agradable para vosotros mismos y para vuestros seres queridos. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Recuperar el deseo sexual en la pareja

Uno de los principales problemas a los que se enfrenta una pareja con el paso de los años es la pérdida del deseo sexual. La rutina, la monotonía, el trabajo, los hijos, y un largo etc  van haciendo que se pongan las obligaciones en primer lugar y vayamos poco a poco perdiendo esa chispa que es la que hace que las parejas funcionen.

Es cierto que hay parejas que asumen esto como algo natural y pasan a vivir juntos asumiendo que se perdió la sexualidad, y pensando o dando por hecho que no necesitan la sexualidad. Sin embargo, en este punto, se habría acabado la pareja como tal: sin sexualidad no hay pareja. Puede haber una buena relación, una sólida amistad… pero es algo distinto a la pareja. La sexualidad es algo que es inherente al ser humano, no algo que desaparece con los años.

Cuando comenzamos una relación amorosa, el deseo sexual por esa persona se dispara: los sentidos están encendidos al 100%, todo te inspira y te recuerda continuamente a ella, un roce, una mirada, un beso… todo de repente puede resultar altamente erótico.  Con el paso del tiempo, si bien es cierto que esto baja en intensidad (no podríamos aguantar durante tanto tiempo este exceso de estimulación porque acabaríamos agotados física y mentalmente), también es cierto que es muy importante mantener la atención para que el deseo sexual no se vaya y se pueda recuperar.

 En este punto, hay muchas cosas que se pueden hacer para volver a reavivar esa llama que os mantiene juntos, que hace que la persona con la que estés sea especial para ti. Aquí van algunas sugerencias, aunque lo principal, es que os atreváis a usar vuestra propia imaginación y creatividad, y empecéis a sacudiros la pereza y los prejuicios a experimentar cosas nuevas:


1.     Prepara el ambiente.  Es aconsejable  que acordéis “una cita”. Esto os ayudará a iros preparos mentalmente y a anticipar una velada agradable junto a vuestra pareja. Para esto es fundamental que os arregléis, os pongáis ropa con la que os sintáis bien y sexys para vosotros mismos y para tu pareja, peinados, perfumados….  Y preparar así mismo también en lugar donde vayáis a reuniros: si es fuera de casa escoged un lugar romántico (un Burger King no es una buena opción…), y si es en casa preparad una comida o cena especial para vosotros dos, con unas velas, un vino, música ambiental… y aseguraos que vais a estar solos (desconectad el teléfono móvil, apagad ordenadores y televisión, y si tenéis niños pedidle a algún familiar de confianza que os los cuide por unas horas).


2.       Cambiad de escenario: la rutina es mortal para el deseo sexual. Atreveos y probad nuevos escenarios: si el habitual es el dormitorio, podéis cambiar al baño preparando un baño aromático con espuma y velas, o al salón… También podéis permitiros alguna vez un capricho y alquilar un hotel especial para vosotros.

3.      Los preliminares son fundamentales: sobre todo para la mujer, aunque es recomendable para ambos. El hombre se estimula sobre todo por lo visual, pero la mujer necesita otro tipo de estimulación: los masajes, las caricias, los susurros, no tengáis ninguna prisa e ir poco a poco disfrutando de la experiencia.


4.     Hablad con vuestra pareja sobre lo que os gusta y sobre lo que no. Cada persona es un mundo, y hay que respetar los gustos y los límites de la otra persona.  Atreveos a compartir sobre qué es lo que más os estimula,  qué tipo de ropa, vuestros deseos…

5.     
Compartid vuestras fantasías: no los toméis  como algo que hay que llevar a cabo. Las fantasías ayudan mucho a la estimulación, en la imaginación no hay límites, todo es posible. Habrá algunas que os guste poder probarlas, y otras que simplemente se quedan en fantasías, que ayudan a mantener la excitación. Respetad vuestras propias fantasías y las de vuestra pareja, sin enjuiciar.

6.     Los juguetes y el juego.  Incorporad juguetes eróticos, si no tenéis, id juntos a un sexshop (o si os da mucho apuro también hay muchas páginas en internet donde podéis consultar y pedirlos) y elegid los que más os gusten a ambos.  Aquí van incluidos también aceites especiales de masaje, lubricantes con sabores… el olfato y el gusto también son sentidos importantes en la sexualidad que suelen ser más desatendidos. Abrid vuestra imaginación y  atreveos a jugar, a inventaros nuevos roles (por ejemplo, en lugar de ser su mujer eres una enfermera sexy que viene a cuidarle, o eres un policía que resulta ser un striper…)


7.      Tras la experiencia, quedaos un tiempo disfrutando del contacto, compartid qué os parecido, qué os ha gustado más… (nada de me doy media vuelta y a dormir, o de salir corriendo a hacer cualquier tarea).


Sobre todo, lo importante es que os permitáis ser libres de hablar, hacer y experimentar, siempre respetando vuestros límites y los de vuestra pareja. ¡A disfrutar!

viernes, 1 de noviembre de 2013

La inteligencia emocional: conoce y maneja tus emociones

Todos hemos escuchado hablar sobre la inteligencia: fulanito es muy listo, tal niño es superdotado, a Pepito parece que no es tan listo como los otros… pero lo que se medía en estos casos era únicamente un tipo de inteligencia: la inteligencia intelectual.

Sin embargo, cada vez está empezando a ser más conocido otro tipo de inteligencia que mucha gente hasta ahora desconocía: la inteligencia emocional.

Fue en 1990, cuando el psicólogo Peter Salovey, de Yale, y Jon Mayer, empezaron a utilizar este término cuyo significado engloba la habilidad para comprender nuestros sentimientos, la compresión de sentimientos de otras personas (es lo que se conoce como empatía) y el control de la emoción de forma que haga la vida más interesante.


Es una forma cada vez más extendida para restablecer la salud y el bienestar entre las personas, que aprendan a conocerse y a respetarse,y mejorar las habilidades necesarias para poder relacionarse con uno mismo y con las personas de que le rodean.


En los talleres de inteligencia emocional se trabajan temas tan importantes como son: el reconocimiento de las emociones, aprender a aceptarlas y expresarlas; mejorar la forma de comunicación: ver qué es lo que transmite nuestro cuerpo y nuestra voz, así como los de otras personas (la comunicación no verbal), y mejorar la forma de comunicarse con otras personas, desde la escucha hasta la forma de expresarse.

Otros de los temas que también se abordan, y que son otro de los motivos, junto con el de las emociones, que hacen que la gente les resulte interesante estos talleres, es que se aborda la resolución de conflictos: se trabaja la asertividad, el poder ocupar tu sitio sin avasallar ni dejar que te avasallen, y la manera más adecuada de expresar y de saber afrontar desacuerdos y críticas, para que no constituyan un ataque a otros, y aprender a defendernos cuando otros nos realizan esas críticas.



Aprender a hacer un buen uso de las emociones y entrenar las habilidades expuestas anteriormente, ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas, ya que abre una puerta a poder relacionarse de una forma más saludable tanto consigo mismos, mejorando su autoestima, así como mejorar las relaciones con otras personas y ayudarles a conseguir sus objetivos con mayor motivación.


                                          

martes, 8 de octubre de 2013

Aprende a escuchar tu cuerpo: "psicosomática"

“Cuando el corazón no llora, 
lloran los órganos” 
                                          Boris Cyrulnik

Cada vez acuden más personas a psicoterapia derivadas por la medicina tradicional debido a las enfermedades psicosomáticas.

¿Qué son?

Es una enfermedad que causa dolencias físicas y ocasionan desajustes importantes. Son causadas por problemas psicológicos, no tienen una causa orgánica.


El origen de estas enfermedades es una reacción a una situación que la persona consideraba como amenazante y no se ha podido gestionar adecuadamente. Las sensaciones, emociones o pensamientos no expresados de esa situación (que suelen ser ansiedad, rabia o tristeza) se localizan en algún punto del cuerpo como un modo de llamar la atención de la persona para que le dé la importancia necesaria y poder volver a recuperar el equilibrio.



¿Cómo reconocerlas?

Estos son algunos de los síntomas más frecuentes. Como indicamos anteriormente, primero hay que descartar cualquier posible problema orgánico:

¿En qué me ayuda la terapia?

          La somatización causa dificultades en la vida de la persona, muchas veces limitantes en una o varias áreas de su vida (estudios, trabajo, familia…) Mediante la psicoterapia, el paciente va recuperando sus capacidades mediante diferentes técnicas que abordan esas emociones y sensaciones no elaboradas. 

Si te has reconocido en algunos de estos síntomas y te limitan en tu vida diaria, no dudes en pedir ayuda psicológica

Para saber más sobre este tema te recomiendo que leas este artículo: Cómo moldea la psique tu salud 

martes, 17 de septiembre de 2013

El tabaco: recomendaciones para dejarlo

En los últimos años en nuestra sociedad ha cambiado radicalmente la visión sobre el consumo del tabaco. Se pasó de ser algo que se fomentaba, un hábito incluso de relaciones sociales, a algo que ha alertado a que se hayan paralizado las campañas televisivas que abogaban por el consumo del tabaco pasando a alertar a la población sobre las graves y dañinas consecuencias que tiene su consumo continuado.

Hay una gran parte de responsabilidad en el consumo de tabaco en el que  mucho tuvo que ver la publicidad: si recordáis antiguo anuncios de tabaco y os paráis a analizarlos, se puede ver claramente cómo se busca la asociación de “si consumo tabaco… (de la marca X), conseguiré ser más atractivo, tener mayor éxito, sentirme más libre, ser más social, ligar más… Echadle un vistazo a los antiguos anuncios y os sorprenderéis.

Además, en la publicidad había anuncios que pasan tan rápido que nuestros ojos no los ven pero nuestro cerebro sí: si pasásemos las imágenes ralentizando la velocidad, se puede ver que hay incluso anuncios en los que se podía ver claramente escrito en humo “FUMA”, algo que nuestra parte consciente ha pasado por alto dada la velocidad a la que ha pasado, que nuestra parte inconsciente sí recoge.

También influyen factores como la familia (padres o hermanos fumadores), amigos (que es con quien suele iniciarse en el consumo de tabaco), presión social…

Pero todo esto no exime para que cada uno asuma su propia responsabilidad sobre la decisión de continuar fumando o no.



Como en cualquier tipo de dependencia, en la del tabaco intervienen dos factores:

Ø  Físico: El cuerpo se ha habituado a estas sustancias adictivas. Esta es la fase más fácil de superar, no suele durar más de una semana, aunque depende también de la persona, y de la cantidad de tabaco que fumase.

Ø  Psicológico: El tabaco, como cualquier otra sustancia, suele cubrir en aquellas personas que lo consumen algún tipo de vacío o de carencia. Encubre sentimientos de ansiedad, nerviosismo, inferioridad… Esta dependencia psicológica es la más complicada, ya que requiere de una serie de esfuerzo y de conciencia por parte de la persona para poder superarla.

Hablemos sobre algunas delas realidades del tabaco:

  • Es excitante: Sé que para muchos fumadores esto parece ser contradictorio, porque lo usan para relajarse, pero en realidad es excitante. La relajación se da por el hecho de que el cuerpo está habituado a una serie de sustancias que contienen los cigarrillos que al descender los niveles habituales en el cuerpo producen el llamado “síndrome de abstinencia”. La nicotina es una de las sustancias, pero en realidad los niveles de nicotina que tienen los actuales cigarrillos se ha reducido considerablemente.  Según  el Comité Nacional de Prevención de Tabaquismo,  los fabricantes añaden entre 400 y 600 sustancias que lo vuelven aún más adictivo; y la mitad de nicotina que hace 40años.
  •      Si lo pensáis, es la sustancia que más rápidamente produce síndrome abstinencia. Preguntadle a un fumador cuál es el tiempo máximo que puede estar sin consumir un cigarrillo y cada cuánto les apetece un cigarrillo.
  •   Huele y sabe mal. Todos los que han fumado recuerdan que la primera vez que lo hicieron se sintieron mal, mal sabor, tos, mareo…  Además el consumo continuado hace que se pierda capacidad de degustar sabores y de distinguir olores. Esto es algo que se recuperará una vez que la persona deje de fumar.




Veamos más concretamente algunas de las repercusiones físicas y psicólogicas del tabaco:

v  Reacción de abstinencia, irritabilidad, insomnio, ansiedad, depresión, aumento de apetito, complicaciones en el embarazo…
v  Entre las enfermedades físicas destacamos: cáncer de pulmón, ataques cardíacos, enfisema, presión arterial alta, úlceras, cáncer oral, pérdida de deseo sexual, disminuye la fertilidad, arrugas en la piel (al disminuir el riego  sanguíneo…).
Si estás pensando en que tal vez sea un buen momento para dejar de fumar, te vendrá bien tener en cuenta los siguientes consejos:

-          Elegir un momento en el que uno está tranquilo.  Es normal al principio de dejar de fumar sentir algo de inquietud.
-          Valorar los pros y los contras de dejar el fumar, sobre todo, el por qué quieres dejar de fumar y tenerlo presente. Tener en cuanta qué beneficios obtienes al fumar y cambiarlos por hábitos más saludables te ayudará a llevarlo mejor. Por ejemplo, si fumar te ayuda a calmar el nerviosismo, busca alternativas: clases de meditación, hacer deporte, mascar un chicle…
-          Una vez decidido, ser consciente del último cigarrillo.
-          Ponerse plazos cortos. Hay personas que pensar “que no van a fumar nunca más”, aunque sea lo que a priori quieren, les genera más inquietud.
-          Retirar los objetos principales que tengas asociados al tabaco: paquetes de tabaco, ceniceros, cerillas, mecheros... (no basta con guardarlos en el último rincón de tu dormitorio, se trata de eliminarlos y de dificultar la accesibilidad a ellos).
-          Habla con tus amigos y familiares sobre esta decisión, y especialmente a los fumadores, que no te ofrezcan tabaco.
-          Tener en cuenta que hay muchas situaciones que ya has asociado al tabaco: ejemplo, tomar un café, salir a tomar algo con amigos o compañeros del trabajo… Esto lleva un tiempo, pero igual que en su momento lo asociaste al tabaco, ahora puedes reaprender y hacer nuevas asociaciones más saludables para ti.
-          No te castigues si hay alguna recaída. Pon conciencia en qué ha ocurrido y qué factores han influido en que vuelvas a fumar.
-          Felicítate por los logros obtenidos.  Una buena opción aquí es ir recogiendo el dinero que invertirías en tabaco y utilizarlo después en algo que te guste para premiarte: un bolso,  aquella camisa que querías…
-          Y sobre todo: no digas aquello de “si yo quiero… pero es que no soy capaz”. Si realmente quieres hacerlo y te lo propones, lo conseguirás.



Cuando lleves ya un tiempo sin fumar, pon especial atención en aquellos eventos sociales en los que más posibilidades hay de fumar: bodas, celebraciones, Navidades….Ten en cuenta que un fumador nunca deja de serlo, por lo que la única opción para no recaer es no fumarte “ese cigarrillo”, y desde luego, no fumar un cigarrillo para premiarse por llevar X tiempo sin fumar (un error muy habitual en persona que han conseguido dejar de fumar un tiempo considerable).

No obstante, si con estos consejos aún te resulta muy difícil dejarlo, también puedes recurrir a tu médico para una ayuda farmacológica, y pedir ayuda terapéutica.


jueves, 25 de julio de 2013

La adicción al sufrimiento

El amor es uno de los afectos más básicos del ser humano. Todas las personas necesitan afecto, cariño… para poder vivir, crecer y desarrollarse de una manera sana. Si no hay afecto, se retrasa el crecimiento de los niños, les bajan las defensas, aumenta el número de enfermedades, y surgen problemas de estrés, depresión, problemas de autoestima….

Cuando nos sumergimos en una relación emocional, de pareja, sabemos que siempre hay riesgo de que no funcione, de salir lastimados, de que la otra persona nos abandone, de que puedan surgir críticas… nos sentimos vulnerables. No obstante, los beneficios de estar en una relación de pareja parecen tan altos que la mayor parte de la gente está abierta a arriesgarse y tratar de construir una pareja, una unión de intimidad en la que “te importo y me importas”.

Hay otras personas que están totalmente cerradas a involucrarse en una pareja y huyen activamente de ellas. Creen que el sufrimiento será tan terrible que no les merece la pena los beneficios o el placer que pudieran obtener.



En este artículo vamos a abordar un tipo específico de relaciones que es “La adicción al sufrimiento”. Seguro que todos conocéis a alguna persona con estas características, o tal vez vosotros mismos hayáis pasado por esto: Se ve claramente cuando una persona está enganchada a una relación que no funciona, que es dañina para la persona y le hace sufrir, y sin embargo, se ve incapaz de abandonarla”. Se da con mayor frecuencia en mujeres,  aunque también hay hombres que presentan estas características.

¿Por qué una persona se mantiene en una relación que, al menos aparentemente, sólo le trae sufrimiento?

Para dar respuesta a esto hay que remontarse a la infancia de la persona. Suelen provenir de ambientes en los que uno o ambos progenitores se relacionaban con ellos con conductas destructivas de maltrato (críticas, gritos,  indiferencia, golpes, abusos sexuales…). El niño crece con la idea de que “esto es lo normal”, y aunque sus sentimientos iniciales son de rabia, miedo, tristeza… se ven invalidados y pasa a transformarse en un mensaje del tipo “hace esto porque me quiere”. Es tan fuerte la necesidad de un niño del afecto de sus padres, que ante la ausencia de este, o ante un afecto negativo, se transforma y se distorsiona la idea y el niño interioriza que “el sufrimiento es amor”.



Al llegar a la edad adulta, inconscientemente, eligen a aquellas personas con las que pueden seguir repitiendo el patrón al que tuvieron que acostumbrarse de pequeños. Si os fijáis bien, veréis que suelen sentirse atraídas por personas frías, inaccesibles, personas que van a lastimarlas. Es muy común que sus parejas tengan problemas como alcoholismo, drogas, continuas infidelidades,  que sean fracasados….
Es común en estas mujeres la idea de estar dispuestas a sufrir sin límites, en nombre del amor. Creen que si se esfuerzan, si trabajan lo suficiente, podrán cambiar a su pareja y conseguir lo que tanto anhela, la felicidad. Vuelven a repetir lo aprendido en la infancia, buscando solucionar un conflicto que se remonta allí, tratando de lograr control sobre la situación: si me porto bien, si hago esto o lo otro, conseguiré al fin que me quieran.

¿Qué hace que estas personas se enganchen a relaciones de sufrimiento?

La clave está en la impredecibilidad.  Si mi padre, o mi pareja, fueran siempre duro, violentos… optaría por ignorarle y buscar personas que me pudieran amor y afecto. En cambio, en todas las familias, por más dura que haya sido su infancia, siempre hay pequeños momentos en el que los padres muestran algo de cariño, un gesto de ternura, una palabra amable… y son estas excepciones las que hacen que primero de niños y después de adultos nos enganchemos a ellas, buscando activamente reproducir esas situaciones en las que hemos conseguido el afecto. La persona piensa que está en su mano,  que con amor podrán conseguir que esa persona cambie, sea más afectiva… si se esfuerza lo suficiente, en lugar de admitir la realidad: que no está en su mano, que esas personas son inaccesibles y que la excepción, no es más que eso, excepción, y jamás se convertirá en habitual.




Por otra parte, el cambio, lo nuevo, siembre da cierto resquemor. Está en la cultura popular: “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Están acostumbradas a este tipo de situaciones en el que sentirse víctima es algo habitual, es lo que en psicología se conoce como  “zona de confort”, y la persona siente cualquier cambio, aunque éste sea para su bienestar, y la falta de conflicto, como una amenaza. No es cierto que encuentren placer en el sufrimiento (aunque sí les da mucha intensidad a sus vidas),  es simplemente que les resulta familiar.

Poder salir de este tipo de relaciones no es fácil, y requiere ayuda psicológica profesional. No se trata de dar consejos y decir “mereces a alguien mejor”, sino que el cambio es mucho más profundo y requiere de tiempo y esfuerzo que la persona debe estar dispuesta a realizar. El primer paso es el reconocimiento.
Para terminar, si os ha gustado este tema y queréis más información al respecto, os recomiendo un libro que lo explica muy bien y muy fácil de entender: “Las mujeres que aman demasiado”, de Norvin Norwood.


viernes, 12 de julio de 2013

Psicoterapia y medicación

“La psiquiatría es la enemiga de la psicología” es una frase que aún a día de hoy sigue estando presente en mucha gente, tanto en profesionales que se dedican a la salud mental como en la gente de a pie.

Por este motivo en este artículo quería hacer un especial hincapié en que estas dos disciplinas, que se dedican a un motivo común, y el cual es la búsqueda de salud mental, no pueden ni deben ser nunca incompatibles.

A lo largo de mi experiencia como psicóloga he escuchado en repetidas ocasiones frases como: “es que los psiquiatras lo único que hacen es medicar”, “lo único que hacen es dejar a la persona drogada”…. Y también otras del tipo: “los psicólogos no valen para nada”, “todo es pura palabrería”….
Ambas posiciones me parecen peligrosas y creo que no benefician a nadie.  He visto y trabajado en conjunto con psiquiatras muy buenos, en la búsqueda de un objetivo común: que la persona mejore, que recupere su bienestar…. Así mismo también he visto y trabajado con psiquiatras y psicólogos que más que centrarse en la salud de la persona lo único que hacían era cubrir expediente y “hacer como si” estuvieran trabajando. Como en todo, hay buenos y malos profesionales.

Muchas personas vienen a consulta preguntando si deberían tomarse la medicación que les ha recetado el psiquiatra, o  si pueden dejar de tomársela… Siempre mi posición en estos casos ha sido la misma: la medicación es algo que “puede ayudar para aliviar el malestar”, y que si tiene dudas, contraindicaciones o cualquier otra cosa lo mejor es consultarlo con el psiquiatra o el médico y ver la posibilidad de ajustar la medicación a las necesidades de la persona.

Algunas personas enseguida recurren a la medicación en cuanto sienten el más mínimo malestar. En estos casos sería bueno aprender a tolerar un mínimo de ansiedad,  de frustración de dolor…. Así mismo, otras personas, pese a estar pasándolo realmente mal, son muy reacias a tomar nada, pero también hay que aprender a diferenciar si la necesito o no, o si estoy generando al negarme a tomar nada más sufrimiento y malestar.
Hay enfermedades, especialmente en casos como puede ser una depresión mayor, esquizofrenia….en que la medicación hace imprescindible, ya que sin una ayuda farmacológica la persona no puede alcanzar un mínimo de capacidades para poder afrontar las dificultades básicas de la vida (como por ejemplo levantarse de la cama, comer, asearse…), y si no están médicamente tratados podríamos hacer muy poco en un tratamiento psicoterapéutico. A la vez, me parece importante resaltar, que la medicación por sí sola en muchas ocasiones no es suficiente, al igual que hay veces la psicoterapia por sí sola tampoco es suficiente, y que se deben combinar las dos para lograr que la persona pueda recuperar las riendas de si vida.


Está demostrado  que hay una parte de mejoría en los pacientes que toman medicación que no mejoran por la medicación por sí sola, ya que en estudios que se han realizado a aquellas personas que les dieron “placebo” (es decir, una pastilla que en realidad no tenía ningún efecto) producían también un grado de mejoría significativo. Lo cual viene a recordarnos que para un número importante de personas, no es la medicación en sí, sino la actitud de la persona y la confianza que deposita en que eso va a funcionar.

Lo mismo ocurre con la psicoterapia. En realidad creo que no importa mucho de qué corriente sea cada uno: puede ser psicoanalista, conductista, Gestalt…. Siempre y cuando se pueda conseguir la confianza de la persona y que colabore en su proceso de sanarse. Es fundamental que la persona pueda confiar en que ese psicólogo que tiene enfrente le va a poder ayudar, y esa responsabilidad, de ganarse su confianza, también le corresponde al psicoterapeuta.

Cuando se trabaja conjuntamente, sabiendo que cualquier cosa que beneficie a la salud de la persona es igualmente importante, en muchos casos la persona cada vez va necesitando cada vez menos medicación. 

La medicación ayuda a calmar el malestar, la terapia ayuda a identificar de dónde proviene ese malestar y poder cambiarlo para aprender a manejar nuestra vida de un modo más saludable.

miércoles, 3 de julio de 2013

El perdón

Perdonar, ¿por qué es importante?

Cuando alguien nos ha hecho daño, no sentimos víctimas, tenemos sensación de sufrimiento, de injusticia, de rabia, de venganza….

Todos estos sentimientos, que, aunque son una reacción normal para protegerse de un “ataque” exterior, si se prolongan en el tiempo van a actuar en contra de nosotros mismos. Aquellas personas que no son capaces de perdonar, van a seguir enganchados a aquellas situaciones en las que se han sentido injustamente tratados, y van a recrear una y otra vez la escena en un intento de buscar una compensación.

Perdonar no es lo mismo que olvidar. Perdonar no es sinónimo de confiar. Perdonar significa que dejo de estar en la lucha, ya no estoy en la pelea tratando de que “pagues” por lo que hiciste para recuperar mi equilibrio.  Implica no desear venganza ni ningún mal hacia esa persona, simplemente dejarla seguir su camino. E implica poder ser libre yo también, para poder seguir el mío.



Para poder perdonar hay que entender a la otra persona. Poder escucharla, poder meterse en su piel (empatía) y sus circunstancias. Esto no quiere decir que justifiquemos su acción, ni que neguemos nuestros sentimientos. Tampoco quiere decir que no debamos protegernos, es bueno revisar en qué podemos haber influido nosotros para llegar a esa situación y podamos evitar situaciones parecidas en el futuro.

A menudo en el proceso de la terapia se hace necesario poder contactar con el perdón para poder seguir avanzando y limpiar relaciones que se han estancado fruto de la incomunicación. A veces implica una ruptura de la relación, porque el paciente prefiere seguir su camino solo, siente que ya se ha hecho todo lo que se podía hacer. Otras veces implica un saneamiento de la relación para poder volver a instaurar la confianza y la equidad en la misma.

Por otra parte, cuando se pide perdón, es importante hacer primero una reflexión. No tiene sentido pedir perdón si no se entiende qué es lo que le ha dolido o molestado al otro. Aquí, igualmente, hay que ser capaz de ponerse en la piel del otro. Y también, el deseo de que esa conducta que implica un daño en la otra persona no se vuelva a repetir, así como una restauración  (una compensación) del daño hecho.


También igual de importante que aprender a perdonar a otras personas, es aprender a perdonarse a uno mismo.

martes, 21 de mayo de 2013

Las mujeres tienen curvas


Parece un tópico, ¿verdad?, todo el mundo sabe que las mujeres tienen curvas… Incluso cuando se hace un genograma familiar a las mujeres se las representa con un círculo y a los hombres con un cuadrado.

Sin embargo, cada vez hay más mujeres empeñadas en dejar de tenerlas.  Os invito a haceros la siguiente pregunta, ¿cuántas de las mujeres que conocéis se han puesto a dieta, o están a disgusto con su cuerpo, o piensan que deberían perder peso?

Personalmente no tengo nada en contra de hacer dieta, siempre y cuando sea por motivos de salud. Pero la sociedad de consumo en la que vivimos y la publicidad, ofrece modelos muy diferentes: el hacer dieta no tiene nada que ver con la salud, es un canon de belleza que se ha impuesto, especialmente en los últimos años, y que curiosamente no corresponde con las características femeninas. Si os fijáis en muchos de los anuncios de publicidad, y en las pasarelas, las modelos que aparecen son extraordinariamente delgadas, (por suerte en algunas pasarelas ya empiezan a exigir que no se admiten modelos por debajo de determinadas tallas, ya que inducen a la anorexia), y con una expresión fría, distante y una posición sexy. Esto sería un breve resumen del modelo de mujer que nos imponen.




Aunque no sigo de cerca el mundo de los famosos, por lo que cuentan, aparte del photoshop, (algo que a miles de lectoras del mundo del corazón se les olvida al ver las fotos de las modelos, artistas y demás), para lograr un cuerpo así, aparte de comer muy poco, hay que hacer una gran cantidad de horas de gimnasio, no en vano tienen entrenadores personales. Además de diferentes operaciones de estética.

Y sin embargo, muchas mujeres se empeñan, con las dificultades que entrañan para el día a día de la gente normal (por normal aquí me refiero a los que no se dedican al mundo de la imagen), trabajar, hijos, padres, estudios,  etc… en querer llegar a ese ideal que se nos lanza.

Cada vez más bombardeados en la televisión por anuncios dedicados a perder peso, ya sea  por dietistas, medicamentos, operaciones, clínicas de belleza…. las mujeres (en este artículo me centro en las mujeres, aunque este fenómeno también se está extendiendo entre los hombres y el canon ideal que a ellos se les está imponiendo),  se frustran porque se comparan con ese ideal de belleza femenino al que no pueden alcanzar.  No obstante, no hay que olvidar que dentro del mundo de la publicidad se invierte una gran cantidad de dinero en marketing, es decir, en lograr hacer apetecible algo a la persona que lo está viendo para que compre, sea lo que sea. Y para hacerlo se sirven de algo así: “voy a hacerte sentir que tu cuerpo no es el que debería ser, por lo tanto, te sentirás mal y comprarás para compensar ese sentimiento de frustración”. No es casual que cada vez haya más jóvenes con problemas de bulimia y anorexia.

 Además todo aquel que ha realizado alguna vez una dieta sabe lo duro que resulta, especialmente porque en el momento en el que se te prohíbe comer algo es cuando más te apetece (Es como decir: “intenta no pensar en un caballo”,  ¿A qué irremediablemente has pensado en un caballo?). Muchas personas se frustran, comen para calmar la ansiedad  y vuelta a empezar.

Así, que desde mi perspectiva lo que yo os recomiendo es que no os fijéis tanto en si tenéis unos kilos de más o no. Tanto en lo personal como desde mi práctica como psicóloga cada vez veo a más mujeres que aún sin tener un centímetro de grasa de más (incluso muchas veces tienen de menos) se ven gordas y feas. Lo importante es la imagen que uno tiene de uno mismo, y sentirse bien tal y como se es. Puedo sentirme igual de bien teniendo una talla 40 que una 46, siempre y cuando eso no comprometa mi salud.

De modo que os invito a practicar un ejercicio: ponte una ropa bonita que te siente bien, maquíllate si te gusta, hazte un peinado bonito  y mírate en el espejo, y dime:

   ¿Realmente hay algo que cambiar?

 Tal vez lo único que haya que cambiar es la mirada con la que te ves a ti misma.
                                               Eres estupenda tal como eres.