jueves, 6 de abril de 2017

Psicoterapia y nuestra vida diaria: desmontando ideales y exigencias




Aunque  por suerte esto está cambiando, sigue existiendo cierto prejuicio social sobre el hecho de ir a un psicólogo, como si fuera algo negativo, “uno estuviera loco” o tuviera algo que esconder y que es mejor que nadie lo sepa porque “le mirarían raro”.
Cada vez son más las personas que han podido cuestionar esta antigua creencia (es verdad que hace años la importancia dela salud mental no estaba tan extendida como ahora y la gente sólo se planteaba ir terapia cuando hay una dificultades muy serias y que se venían sufriendo durante mucho tiempo, causando  graves problemas  tanto para el paciente como la familia. 
Sin embargo a día de hoy hemos ido cambiando nuestro concepto sobre salud, y al igual que nadie se cuestiona sobre la necesidad de cuidar su cuerpo, la  alimentación, hacer ejercicio y poder ir al médico, cuando a uno le duele el alma, cada vez resulta más sencillo poder plantearse ir a terapia cuando a uno en lugar de dolerle el cuerpo, lo que le duele es la salud mental: ya sea por sufrimientos y dificultades con relaciones importantes para uno (familia, pareja, amigos…), por problemas con el trabajo o por otra serie de circunstancias. 

A día de hoy los principales problemas que aquejan a la gente tienen que ver con la ansiedad y depresión. Vivimos en una sociedad que dado el estilo de vida, los estándares de “éxito social” que se nos han impuesto, cualquier persona en algún momento de su vida puede pasar por uno u otro , especialmente si  hay dificultades externas que provocan cambios significativos (pérdida de trabajo, ruptura de un matrimonio, cambios de país…).

Por centrarnos por ejemplo en el modelo de mujer actual: imagínate por un momento que tienes que responder al ideal (palabra, que ya lo dice su propia definición, es algo que es inalcanzable porque está fuera de la realidad). Los modelos actuales a los que una mujer hoy en día se ve sometida son: ser una gran profesional, buena pareja, ser atractiva, vestir bien, verse siempre joven, tener un buen cuerpo, ser una buena madre, tener tiempo para una misma. Y ahora imagina que eres profesional, madre, esposa y mujer, y tienes que responder ante esos modelos (trabajar , cuidar a tus hijos, disfrutar con tu pareja, ir al gimnasio,  a clases de baile, y realizar las tareas domésticas que te correspondan … que siendo sinceras,  en general queda aún mucho por hacer para que sea algo que realmente esté equilibrado  en la repartición de tareas)
No sé al resto, pero a mí personalmente sólo el hecho de pensarlo ya me resulta agotador.
¿Qué es lo ocurre? Que queremos acceder a un modelo de mujer irreal, y es que nadie, por muy superwoman que sea, puede acceder sin perder su salud mental en el intento, a hacer todo es que se supone que debemos hacer para ser una “mujer actual, completa y realizada”. Y es que lo que hay plantearse es que es imposible, para poder acceder a unas cosas, tengo que renunciar a otras, y renunciar no es algo malo. A lo que tengo que renunciar principalmente es al deseo que ser esa mujer ideal, y poder permitirme ser una mujer sin más. Una mujer que puede tener un trabajo, que no tiene porqué ser una madre perfecta sino simplemente madre y cuidar de sus hijos lo mejor que sepa, que a veces va a tener tiempo para unas cosas y no para otras, y que eso a veces puede resultar frustrante, pero cuando se aprende a gestionar, resulta muy liberador y gratificante.. .“bien!!! Puedo permitirme ser yo sin más, sin culparme, sin fustigarme, sin criticarme,porque a veces tengo mi casa hecha un poco desastre, o porque no he tenido tiempo para hacer ese curso que me gustaría”.



No digo que en la renuncia haya que renunciar a cosas importantes, claro que está bien que queramos y podamos hacer aquello que queremos, pero eso sí, de una manera realista y con cierta objetividad.
Porque si nos centramos en querer acceder a todos esos ideales, y además querer abarcarlos todos, la ansiedad, la frustración y el bajo ánimo por no poder llegar, estarán garantizados, y muy probablemente te pierdas incluso de poder disfrutar de aquellas parcelas de tu vida que podrían ser gratificantes para ti si aprendieras a relajar un poco esa autoexigencia.

Permítete, simplemente, cuestionarte estas ideas, e ir escogiendo aquellas que más se ajusten a ti, en lugar de tratar de ajustarte a un cajón estandarizado. En resumen, permítete disfrutar de ser TÚ MISMO, con las limitaciones y las imperfecciones que todos tenemos, y por supuesto, con todas tus virtudes.