Aunque por suerte
esto está cambiando, sigue existiendo cierto prejuicio social sobre el hecho de
ir a un psicólogo, como si fuera algo negativo, “uno estuviera loco” o tuviera
algo que esconder y que es mejor que nadie lo sepa porque “le mirarían raro”.
Cada vez son más las personas que han podido cuestionar esta
antigua creencia (es verdad que hace años la importancia dela salud mental no
estaba tan extendida como ahora y la gente sólo se planteaba ir terapia cuando
hay una dificultades muy serias y que se venían sufriendo durante mucho tiempo,
causando graves problemas tanto para el paciente como la familia.
Sin embargo a día de hoy hemos ido cambiando nuestro
concepto sobre salud, y al igual que nadie se cuestiona sobre la necesidad de
cuidar su cuerpo, la alimentación, hacer
ejercicio y poder ir al médico, cuando a uno le duele el alma, cada vez resulta
más sencillo poder plantearse ir a terapia cuando a uno en lugar de dolerle el
cuerpo, lo que le duele es la salud mental: ya sea por sufrimientos y
dificultades con relaciones importantes para uno (familia, pareja, amigos…),
por problemas con el trabajo o por otra serie de circunstancias.
A día de hoy los principales problemas que aquejan a la
gente tienen que ver con la ansiedad y depresión. Vivimos en una sociedad que
dado el estilo de vida, los estándares de “éxito social” que se nos han
impuesto, cualquier persona en algún momento de su vida puede pasar por uno u
otro , especialmente si hay dificultades
externas que provocan cambios significativos (pérdida de trabajo, ruptura de un
matrimonio, cambios de país…).
Por centrarnos por ejemplo en el modelo de mujer actual:
imagínate por un momento que tienes que responder al ideal (palabra, que ya lo
dice su propia definición, es algo que es inalcanzable porque está fuera de la realidad).
Los modelos actuales a los que una mujer hoy en día se ve sometida son: ser una
gran profesional, buena pareja, ser atractiva, vestir bien, verse siempre
joven, tener un buen cuerpo, ser una buena madre, tener tiempo para una misma.
Y ahora imagina que eres profesional, madre, esposa y mujer, y tienes que
responder ante esos modelos (trabajar , cuidar a tus hijos, disfrutar con tu
pareja, ir al gimnasio, a clases de
baile, y realizar las tareas domésticas que te correspondan … que siendo
sinceras, en general queda aún mucho por
hacer para que sea algo que realmente esté equilibrado en la repartición de tareas)
No sé al resto, pero a mí personalmente sólo el hecho de
pensarlo ya me resulta agotador.
¿Qué es lo ocurre? Que queremos acceder a un modelo de mujer
irreal, y es que nadie, por muy superwoman que sea, puede acceder sin perder su
salud mental en el intento, a hacer todo es que se supone que debemos hacer
para ser una “mujer actual, completa y realizada”. Y es que lo que hay
plantearse es que es imposible, para poder acceder a unas cosas, tengo que
renunciar a otras, y renunciar no es algo malo. A lo que tengo que renunciar
principalmente es al deseo que ser esa mujer ideal, y poder permitirme ser una
mujer sin más. Una mujer que puede tener un trabajo, que no tiene porqué ser
una madre perfecta sino simplemente madre y cuidar de sus hijos lo mejor que
sepa, que a veces va a tener tiempo para unas cosas y no para otras, y que eso
a veces puede resultar frustrante, pero cuando se aprende a gestionar, resulta
muy liberador y gratificante.. .“bien!!! Puedo permitirme ser yo sin más, sin
culparme, sin fustigarme, sin criticarme,porque a veces tengo mi casa hecha un poco desastre, o
porque no he tenido tiempo para hacer ese curso que me gustaría”.
No digo que en la renuncia haya que renunciar a cosas
importantes, claro que está bien que queramos y podamos hacer aquello que
queremos, pero eso sí, de una manera realista y con cierta objetividad.
Porque si nos centramos en querer acceder a todos esos
ideales, y además querer abarcarlos todos, la ansiedad, la frustración y el
bajo ánimo por no poder llegar, estarán garantizados, y muy probablemente te
pierdas incluso de poder disfrutar de aquellas parcelas de tu vida que podrían
ser gratificantes para ti si aprendieras a relajar un poco esa autoexigencia.
Permítete, simplemente, cuestionarte estas ideas, e ir
escogiendo aquellas que más se ajusten a ti, en lugar de tratar de ajustarte a
un cajón estandarizado. En resumen, permítete disfrutar de ser TÚ MISMO, con
las limitaciones y las imperfecciones que todos tenemos, y por supuesto, con
todas tus virtudes.
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