Todas las personas han sufrido pérdidas.
Algunas, las más dolorosas, por
la pérdida de un ser querido que ha fallecido. Otras veces, por rupturas con amigos, desengaños
amorosos, amigos que se van a
vivir a otros países… Así mismo, también hay duelos por pérdidas materiales: la
pérdida de una casa, de un trabajo, de objetos importantes
para nosotros…
Siempre que hay una pérdida es necesario hacer un duelo. Al perder, nos
conectamos con el vacío que deja aquello que hemos perdido, y nos conecta inevitablemente con el dolor.
Hay personas a las que les asusta
esta sensación e intentan huir de ella, intentando llenar rápidamente ese vacío
sin llegar a despedirse de aquello que han perdido. Esto mismo les impide
disfrutar realmente de las nuevas cosas, porque, aunque no lo expresen, el
dolor sigue ahí, y hasta que no se le dé espacio y pueda expresarse no se
irá.
A veces las personas cuando conectan
con el dolor, temen que se vayan a quedar ahí para siempre. Se sienten vulnerables, indefensas, sin
energía, y parece que nada tiene ya sentido y les es difícil continuar
adelante.
Pero como todo, el dolor también
pasa. Paradójicamente, si le
permites estar, si le permites expresarse,
se irá yendo. Por eso es importante que las personas puedan encontrar
momentos para poder hablar de lo que pasó, de lo que significó para sus vidas,
de cómo les afecta, y que puedan llorar su pérdida.
Es lo que se denomina duelo. El duelo es el proceso
de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. Y en esta adaptación, en este proceso de duelo,
la persona pasa por varias fases:
· Negación: No creerse lo
que ha pasado. Pensar que en realidad no ha ocurrido.
· Enfado: Por no poder
evitar lo que se ha perdido. Muchas veces la persona se enfada con la persona
que se ha ido.
· Negociación: Se intenta negociar de
una forma implícita para que se le devuelva aquello que ha perdido.
· Depresión: tristeza, se
empieza a tomar conciencia real de aquello que se ha ido.
· Aceptación y reconciliación:
La persona es capaz de aceptarlo e integrarlo.
En estas fases, no tiene por qué seguirse en este orden,
pueden ir cambiando y regresando a una anterior, pero es necesario atravesarlas
para poder integrar lo ocurrido en su vida diaria, y poder continuar con la
misma de una forma saludable.
El
proceso que se realiza en la terapia,
es el acompañamiento por estas fases, para que la persona entienda lo
que le está ocurriendo y pueda ir
atravesándolas, y para que pueda
expresar sus emociones hasta llegar de nuevo a un equilibrio y afrontar el
cambio que supone para su vida esta pérdida.
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