Todos hemos escuchado hablar sobre la inteligencia: fulanito es muy
listo, tal niño es superdotado, a Pepito parece que no es tan listo como los
otros… pero lo que se medía en estos casos era únicamente un tipo de
inteligencia: la inteligencia intelectual.
Sin embargo, cada vez está empezando a ser más conocido otro tipo de
inteligencia que mucha gente hasta ahora desconocía: la inteligencia emocional.
Fue en 1990, cuando el psicólogo Peter Salovey, de Yale, y Jon Mayer,
empezaron a utilizar este término cuyo significado engloba la habilidad para
comprender nuestros sentimientos, la compresión de sentimientos de otras
personas (es lo que se conoce como empatía) y el control de la emoción de forma
que haga la vida más interesante.
Es una forma cada vez más extendida para restablecer la salud y el bienestar entre las personas, que
aprendan a conocerse y a respetarse,y mejorar las habilidades necesarias para
poder relacionarse con uno mismo y con las personas de que le rodean.
En los talleres de inteligencia emocional se trabajan temas tan
importantes como son: el reconocimiento de las emociones,
aprender a aceptarlas y expresarlas; mejorar
la forma de comunicación: ver qué es lo que transmite nuestro cuerpo
y nuestra voz, así como los de otras personas (la comunicación no verbal), y
mejorar la forma de comunicarse con otras personas, desde la escucha hasta la forma de expresarse.
Otros de los temas que también se abordan, y que son otro de los
motivos, junto con el de las emociones, que hacen que la gente les resulte
interesante estos talleres, es que se aborda la resolución de
conflictos: se trabaja la asertividad,
el poder ocupar tu sitio sin avasallar ni dejar que te avasallen, y la manera
más adecuada de expresar y de saber afrontar desacuerdos y críticas, para que no constituyan un ataque a otros, y
aprender a defendernos cuando otros nos realizan esas críticas.
Aprender a hacer un buen uso de las emociones y entrenar las
habilidades expuestas anteriormente, ayuda a mejorar la calidad de vida de las
personas, ya que abre una puerta a poder relacionarse de una forma más saludable
tanto consigo mismos, mejorando su autoestima,
así como mejorar las relaciones con otras personas y ayudarles a conseguir sus
objetivos con mayor motivación.
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